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Pese a que en un principio se concibió exclusivamente como una forma divertida de pasar un día de verano, el Descenso del Sella llevaba camino de convertirse, por su atractivo intrínseco, en una masiva competición deportiva. Más aún cuando, en 1932, se fija lo que sería el recorrido definitivo, entre los puentes de Arriondas y Ribadesella. Diecinueve kilómetros de descenso -los cinco últimos en ría- que fueron cubiertos por trece palistas, venidos de Gijón, Ribadesella, Infiesto y Oviedo, en la primera edición competitiva. Los riosellanos César Sánchez Llano y Antón Durán, del Club de Remo de Ribadesella, fueron los primeros vencedores del Sella, el 28 de julio, con un tiempo de una hora y 53 minutos y una curiosa piragua de más de 50 kilos de peso y seis metros de quilla. Dionisio de la Huerta, disconforme con la competición, llegaría a Ribadesella en última posición, formando tripulación con la primera participante femenina, Marta Junquera.
En 1935 el Descenso tenía, después de la celebración de años anteriores, fama en toda Asturias, ya que mucha gente estaba deseosa de asistir a él. El fin primordial de reunir en el Sella y en su Descenso a infinidad de espectadores y participantes y dar a conocer las posibilidades de la fiesta de las piraguas se fue consiguiendo y ampliando. El número de espectadores y acompañantes de la carrera va aumentando, y ya se organiza una verdadera caravana de vehículos, camiones y bicicletas por la carretera que sigue paralela al curso del río. El número de participantes se fue ampliando no sólo al resto de las localidades asturianas, sino de fuera de las fronteras de nuestra región.
Ocho años sin Descenso
Sin embargo, la Guerra Civil paralizó el Descenso entre los años 1936 y 1943, para reanudarse el 11 de agosto de 1944, cuando once piraguas tomaron la salida en Arriondas. Desde entonces, nadie ha podido ni ha querido frenar el irresistible avance del Descenso del Sella.
La popularidad de la fiesta de las piraguas es tal que el 11 de agosto de 1945, por primera vez, se fleta un tren especial, el Tren Fluvial (de aquellos que se conocían como Los Económicos), que, equipado con bar, banda de música, altavoces, gaitas y cohetes, siguió las evoluciones de las entonces 18 embarcaciones participantes. Los vencedores fueron Armando Menéndez, El Cubano, y Juan Palacios, del Grupo de Cultura Covadonga, a bordo de una de las famosas piraguas <>. Repetirían al año siguiente, con la <>, mientras en las márgenes del río, además del Tren Fluvial, que llevaba ya quince vagones, se pudieron contar hasta 285 coches, 23 autocares, 400 bicicletas y 50 motocicletas !en 1946!
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